Debate
La economía global enfrenta un giro proteccionista cada vez más marcado. El gobierno de Estados Unidos ha decidido aplicar un aumento drástico en los aranceles al acero y al aluminio a nivel global, incluido México, elevando el gravamen del 25 % al 50 %. Esta medida busca reactivar la alicaída industria siderúrgica estadounidense, que opera a un 70 % de su capacidad, pero amenaza con desatar una nueva guerra comercial en América del Norte.
El tema de hoy
Hoy viernes, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum dará respuesta a la medida arancelaria impulsada por el gobierno de Donald Trump. De acuerdo con Óscar Ocampo, director de Desarrollo Económico del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en un contexto global de creciente proteccionismo, los nuevos aranceles al acero y al aluminio podrían convertirse en un catalizador inesperado para redefinir el modelo económico mexicano.
La presidenta Sheinbaum ha señalado que la medida impuesta por Estados Unidos representa, para México, una medida injusta e insostenible. Sin embargo, aseguró que, en caso de no ser así, se anunciarán algunas medidas para garantizar la protección de las industrias del acero y el aluminio, así como de los empleos que generan.
Las alternativas
Ante esto, México se enfrenta a dos caminos: responder con medidas espejo —como ya lo hizo en 2018 durante la primera administración de Trump— o sentarse a negociar para evitar una escalada que perjudique la competitividad regional, expone Samuel Ortiz Velásquez, especialista en temas económicos.
Ocampo, por su parte, recordó que en episodios previos de imposiciones arancelarias —como en 2018— el gobierno mexicano optó por una estrategia de espera y negociación antes de aplicar represalias.
A su vez, Alexandro Méndez, analista financiero de Fundación Azteca, advierte como importante decir que estos aranceles no son un juego de suma cero, y que en el caso de industrias estadounidenses —que dependen de insumos importados como el acero o el aluminio— sí puede haber consecuencias negativas. Por ejemplo, el aumento de costos se traslada a los consumidores, se encarecen productos y en algunos casos se compromete la viabilidad de ciertas empresas locales.
A largo plazo, estas medidas pueden terminar afectando más al consumidor y a los trabajadores que lo que supuestamente buscan proteger; es decir, Estados Unidos está jugando con fuego y puede terminar perjudicando a su propio sector, alerta.
La presidenta Sheinbaum, tras las primeras imposiciones arancelarias al acero y al aluminio, luego de seguridad nacional y en sector automotriz, correctamente se dio un tiempo para negociar con Trump, con la condición explícita de si no se llegaba a buen puerto, eventualmente, habría represalias.
Samuel Ortiz Velásquez, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Señala que el acero y el aluminio son insumos transversales. Es difícil imaginar un solo producto industrial —vehículos, electrodomésticos, computadoras, mobiliario— que no dependa de estos metales. Y con el incremento arancelario, el impacto será inmediato: los exportadores mexicanos pasarán de pagar 2 mil 773 millones de dólares mensuales con el arancel anterior, a 5 mil 545 millones con la nueva tasa. Un sobrecosto que terminará reflejándose tanto en consumidores estadounidenses como mexicanos, debido al nivel de integración entre ambas economías.
Para Óscar Ocampo, el principal afectado será el consumidor estadounidense, porque Estados Unidos no tiene la capacidad para producir toda su demanda de acero.
En primer lugar, se puede esperar un encarecimiento, porque Estados Unidos va a tener que seguir importando, pero ahora lo tendrá que hacer a un costo más elevado.

El costo se reparte entre exportadores, importadores y consumidores. Pero no hay duda: veremos aumentos de precios en autos, línea blanca, insumos para construcción e incluso electrónicos, señala.
Para Ortiz, uno de los puntos más preocupantes es que estas políticas “más que fortalecer a América del Norte pueden debilitarla frente a Asia”. Trump busca recuperar terreno frente a China, pero los aranceles podrían tener el efecto contrario. Ante este panorama, México podría replicar aranceles a productos estadounidenses clave, como se hizo en 2018, afectando las bases de apoyo de Trump. Pero eso sólo complica el panorama.
Óscar Ocampo, Director de Desarrollo Económico del IMCO
Comenta que el impacto de los aranceles ya comienza a notarse. Desde que se impuso el primer arancel del 25 %, las exportaciones mexicanas de acero y aluminio han caído un 3 %, y se espera que la caída se acentúe ahora con el 50 %.
Los estados más vulnerables son aquellos con mayor producción siderúrgica: Nuevo León, Coahuila y Michoacán. Frente a este nuevo embate comercial, el llamado Plan México, una estrategia que apuesta por la industrialización regional, adquiere una importancia crucial. Según Ocampo, “en la medida en que se traduzca en inversión productiva real, en nuevos parques industriales, en acceso a insumos, el plan puede compensar el golpe económico que representa una caída en las exportaciones”.
Más allá de los aranceles, México debe enfocar su estrategia en fortalecer su base productiva interna, reducir su dependencia de decisiones tomadas en Washington y fomentar un entorno de confianza para atraer inversión nacional e internacional. “
Para México, la receta es muy clara, México no puede depender del extranjero o de las decisiones que se tomen en Washington. México debe apostar por ser competitivo; el mejor antídoto contra estas amenazas es el crecimiento económico, y para el crecimiento se requiere confianza, enfatizó Ocampo.
Alexandro Méndez, Analista financiero de Fundación Azteca
Coincide en que ante la imposición de aranceles, México debe actuar con inteligencia y firmeza. “No se trata solo de responder con medidas espejo, sino de entender a fondo el contexto político y económico detrás de esta decisión”, plantea el estratega financiero. “Nuestra respuesta debe cuidar los sectores estratégicos del país, proteger el empleo nacional y, al mismo tiempo, mantener abiertas las vías de diálogo”. Según Méndez, lo peor que podría hacer México es caer en una escalada que dañe a los productores y consumidores de ambos lados.
Necesitamos usar nuestra política comercial como una herramienta de defensa, pero también como una plataforma para reposicionarnos con visión de largo plazo. Defender y fortalecer el mercado interno, asienta.
También postula que la aplicación de aranceles por parte de Estados Unidos genera un impacto inmediato en los mercados internacionales, especialmente para países exportadores como México.
Lo primero que vemos es una reacción de incertidumbre, los mercados se tensan, se frenan inversiones y se alteran cadenas de suministro que son profundamente interdependientes. Para México, esto puede significar desde la pérdida de competitividad hasta afectaciones directas en sectores clave como el automotriz o el manufacturero y el acerero, abunda.