Daniel Sánchez Dórame Excélsior
Miles de migrantes que cruzaron de manera ilegal el muro fronterizo entre Sonora y Arizona, padecieron las bajas temperaturas que generó la Segunda Tormenta Invernal de la temporada que azotó al noroeste de México, dejando lluvias, fuertes vientos y condiciones de clima extremo.
A pesar que las autoridades del Instituto Nacional de Migración afirmaban que en las fiestas decembrinas se reduciría el flujo migratorio hacia los Estados Unidos, durante la Nochebuena y Navidad continuaron los cruces ilegales de miles de indocumentados proveniente de Asia, África y Centroamérica por la región aledaña a la garita de Lukeville, que ha permanecido cerrada por 21 días desde el 4 de diciembre.
La complicada situación de salud de los migrantes, afectada por el larguísimo viaje, la desnutrición, la temperatura extrema y el hacinamiento, resultó aún más afectada por la lluvia, las fuertes rachas de viento hasta de 60 kilómetros por hora y el frío que bajó hasta siete grados centígrados, con sensación térmica de tres grados Celsius.
Para mitigar el frío, los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) entregan mantas térmicas que parecen de papel metálico, además que les permitieron encender fogatas, mientras esperan su turno para ser procesados por las autoridades migratorias.
El mal tiempo afecta más la salud de niños y adultos mayores, quienes son más vulnerables a las temperaturas extremas.
Aunque en el discurso oficial el Gobierno del estado y federal afirman que brindan un trato humanitario a los migrantes que atraviesan por Sonora hacia Arizona, lo cierto es que en la región de la frontera, del lado mexicano, los indocumentados están hacinados en casas de seguridad de traficantes de personas o polleros.
Para los próximos días, el pronóstico oficial del tiempo apunta que las temperaturas continuarán por debajo de los 10 grados centígrados.
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