Mientras el Caníbal pronostica que ganará cinco, seis, siete Tours, el esloveno precisa que no: “Obviamente ganar el quinto no es mi objetivo”
EL PAIS
Casi 50 años después de su reinado de mejor ciclista de la historia y ya cumplidos los 80 Eddy Merckx aún es el caníbal que solo entendía el ciclismo como un medio para cumplir su necesidad de ganar. “Cuando estaba solo delante de todos, me sentía diferente. Me sentía el más fuerte. Solo quería ganar, ser el mejor. Y creo que fui el mejor durante unos años”, decía hace nada, una proclamación de su ser que parece imposible que la pronuncie un Tadej Pogacar que, a los 26 años, tan joven aún, y pocas horas después de ganar su cuarto Tour, oye que un periodista le dice: “Obviamente tu objetivo será el quinto Tour, ¿no? ¿Te has fijado un objetivo de cuántos Tours quieres ganar?” “No”, responde muy serio. “Y obviamente no es el objetivo ganar cinco Tours”.
En sus 13 años de carrera profesional, de los 20 a los 32, Merckx disputó 1.617 días de competición, 124 al año, 15 días de vacaciones en diciembre y varios Seis Días en diciembre y enero. Consiguió, más allá de kermeses y critériums, 280 victorias, una cada seis días. En los siete años que lleva de carrera profesional, desde los 20, Pogacar solo ha competido 368 días, a 53 por año, con 104 victorias, una cada tres días y medio.
Otra época. Cifras que engañan. ¿Quién le daba más al ciclismo? ¿El que más días corría o el que más se sometía a los entrenamientos?
Merckx cuenta que por supuesto se habría sentido capaz de correr, y ganar, las tres grandes el mismo año (ganó cinco Tours, cinco Giros y una Vuelta, que se corría en abril-mayo, pegada al Giro, entonces: y en 1970,1972 y 1974 ganó Giro y Tour, y en 1973, Vuelta y Giro), pero que su calendario lo decidía su equipo. “Yo quería hacer las clásicas. El Giro era importante para el patrocinador [Faema y Molteni, firmas italianas]. Y el Tour de Francia también era importante. Así que tenía menos interés en hacer la Vuelta”, dice. “Pero si la Vuelta hubiera sido en septiembre, seguramente habría hecho las tres carreras por etapas en un año. Eso es seguro”.
Pogacar, al menos, ha conseguido ser el patrón de sus decisiones. Corrió la París-Roubaix contra la opinión del equipo. Solo ha habido un año, el pasado, cuando ganó Giro y Tour, en que corrió dos grandes, y no parece probable que en el futuro tenga ganas de volver a doblar, vista la exigencia de la preparación. Y el paso del tiempo.
En la zona mixta de los Campos Elíseos, a Pogacar le entrevista Matt Rendell, periodista inglés de la ITV, que deja el Tour. En dos respuestas, el esloveno que ha ganado ya cuatro Tours, un Giro, dos Tours de Flandes, tres Liejas, cuatro Lombardías y un Mundial, se aleja a un millón de kilómetros de distancia de Merckx, que nunca se habría permitido parecer humano, capaz de hacer públicos pensamientos íntimos, protegido por la coraza de falsa perfección de todos los campeones que no quiere portar Pogacar.
–Estás en el centro de este enorme universo de científicos y entrenadores y los medios de comunicación y todo el mundo a tu alrededor intentando asegurarse de que ganes –le dice Rendell. Debe de ser mucha presión. ¿Cómo sigues siendo ese niño al que le gusta correr en bicicleta? ¿Cómo mantienes la cabeza en su sitio?
–No es que sea fácil. Yo diría que, cuanto más mayor me hago, menos de crío hay en mí y más surrealista es la presión y todo lo que me rodea durante estas semanas. Cuando eres más joven, no te preocupa nada, haces lo que quieres y ya está. Pero ahora tengo que pensarlo todo, y poco a poco me voy dando cuenta de que no puedo hacer esto para siempre. Hay que disfrutar el momento.
–Es mi último Tour, Tadej. Un placer despedirme de la carrera hablando contigo…