EL DEBATE
Erika, una joven
migrante guatemalteca, de apenas 24 años y con
ocho meses de embarazo, caminó dos días enteros por el
desierto de Sonora antes de ser detenida por agentes fronterizos en Arizona. Poco después,
dio a luz en un hospital.
El caso de Erika causó revuelo por la manera en que fue tratada por los agentes de
migración y encendió las alarmas al grado que la gobernadora de
Arizona intervino a su favor.
Según relató su abogado, Luis Campos, apenas fue detenida, Erika fue notificada de que sería
deportada, sin importar que se trataba de una mujer embarazada y con un
parto inminente. La situación se tornó tan delicada que incluso
se le negó la visita de su abogado en el hospital.
Gobernadora de Arizona interviene por migrante y su recién nacido
El caso llegó hasta la gobernadora de
Arizona, Katie Hobbs, quien intervino directamente en favor de la joven
migrante y su hijo. Su equipo se puso en contacto con autoridades federales y locales para evitar lo que consideró una aplicación inhumana de la ley migratoria, y solicitó garantizar la integridad física y emocional tanto de Erika como del
recién nacido.
Gracias a esa intervención,
Erika no será deportada de inmediato. Las autoridades migratorias la colocaron en un proceso regular que le permitirá comparecer ante un juez y, si lo desea, presentar una solicitud de asilo. El bebé, por ahora, permanece con su madre en
Estados Unidos.
De acuerdo con el abogado, Erika huyó de Guatemala debido a situaciones de violencia que ponían en riesgo su vida.
Aunque los detalles se mantienen en reserva, este tipo de casos permiten que
migrantes puedan
solicitar asilo si demuestran temor fundado de regresar a su país.
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