Ernesto Méndez / EXCELSIOR
El Tratado de Aguas de 1944, tan citado en los últimos días, es un instrumento de cooperación binacional México-Estados Unidos, que establece las bases legales para repartir de forma equitativa las corrientes principales de los ríos Bravo y Colorado, al ser afluentes compartidos que cruzan la frontera de ambos países.
El acuerdo firmado el 3 de febrero de 1944 es un instrumento de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), que asigna a México dos tercios de las aguas superficiales del río Bravo y cede a su vecino el resto, que equivale a dos mil 158 millones 605 mil metros cúbicos de agua en ciclos de cinco años.
En contraparte, Estados Unidos entrega a México mil 850 millones de metros cúbicos de agua al año, procedentes del río Colorado, un compromiso que siempre ha cumplido en tiempo y forma.
En el periodo quinquenal vigente del ciclo 36, que va del 10 de octubre de 2020 al 24 de octubre de 2025, el gobierno mexicano se atrasó como nunca en el envío de agua al estado de Texas, que es el que tiene los derechos sobre el recurso por parte de Estados Unidos.
Hasta el 19 de abril de 2025, en el último año del ciclo, México había entregado apenas 700 millones de metros cúbicos de agua, que sólo cubre el 32.42% de la deuda, lo que generó una nueva tensión en las relaciones bilaterales, al grado que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con aranceles y sanciones a nuestro país en caso de no cumplir con el Tratado de Aguas de 1944.
En su red social Truth, el mandatario estadunidense acusó que el único ingenio azucarero de Texas tuvo que cerrar sus puertas, “porque México le ha estado robando el agua a los agricultores texanos”.
“¡Esto se acaba ya! Me aseguraré que México no viole nuestros tratados ni perjudique a nuestros agricultores texanos. (…) Seguiremos intensificando las consecuencias, incluyendo aranceles y, quizá, sanciones, hasta que México cumpla con el tratado y le entregue a Texas el agua que le corresponde”, escribió.
En respuesta, el gobierno de México anunció hace unos días que entre mayo y octubre de 2025, enviará a Estados Unidos de 400 a 518 millones de metros cúbicos de agua, “para continuar con el cumplimiento de los compromisos conferidos en el Tratado de Aguas”.
“El volumen a asignar dentro de ese rango, dependerá de la cantidad de agua que se pueda disponer, una vez iniciado el periodo de lluvias”, aseguraron autoridades mexicanas.
Adelantaron que las fuentes de donde se extraerá el agua son: La presa internacional La Amistad, en Coahuila; seis tributarios del Río Bravo (Arroyo Las Vacas, San Diego, San Rodrigo, río Escondido y río Salado); río San Juan, en Tamaulipas (de manera extraordinaria) y la Presa Luis L. León, El Granero, en Chihuahua.
El gobierno agregó que, en todo momento, México aseguró los volúmenes de agua requeridos para garantizar la totalidad del consumo humano y completar el ciclo agrícola, aun en un escenario de un año con bajas precipitaciones pluviales.
Los 518 millones de metros cúbicos que México pretende entregar en los próximos meses a Estados Unidos servirían para llenar el Sistema Cutzamala al 66.19% de su capacidad, lo que más o menos alcanza para dotar durante 13 meses de agua, al 25% de la población de la Ciudad de México y el Estado de México.
Déficit histórico
Con lo prometido, nuestro país cerraría el ciclo 36, con la entrega total de mil 218 millones de metros cúbicos, en el mejor de los casos, todavía muy lejos de los dos mil 158.6 millones de metros cúbicos de agua comprometidos, es decir, mantendría un adeudo de 43.57% o 940 millones 605 mil metros cúbicos de agua.
“En esta ocasión el déficit sería histórico por la cantidad, por la magnitud, sería histórico por la relación binacional actual, y sería histórico porque es la primera vez que un presidente estadunidense lo hace público al señalar a México de incumplimiento del Tratado de Aguas”, explicó Rosario Sánchez, experta internacional en el tema de aguas compartidas México-Estados Unidos.
En entrevista con Excélsior, la doctora en Administración de Agua y Ciencias Hidrológicas, advirtió que ésta sería la tercera vez que nuestro país cae en déficit, –mas no en incumplimiento–, ya que en el ciclo 25 (1992-1997), dejó una deuda de 58%, que fue cubierta en el siguiente quinquenio.
Detalló que el segundo déficit de 15.04%, ocurrió en el ciclo 34 (2010-2015), y el gobierno mexicano pagó lo que debía al final del siguiente quinquenio, que es una alternativa que contempla el Tratado de Aguas de 1944.
La también integrante del Instituto de Recursos Hídricos de la Universidad de Texas A&M, recordó que, al cierre del ciclo anterior, el número 35, que culminó el 24 de octubre de 2020, México estuvo a punto de sumar otro adeudo de agua, debido a la toma de la presa La Boquilla, en Chihuahua, por parte de campesinos, en un conflicto que fue escalando gravemente hasta terminar con la muerte de una mujer a manos presuntamente de la Guardia Nacional.
“El déficit que se ha venido acumulando en el ciclo actual, en estos últimos cinco años (67.58%), es el más alto de la historia, con una relación binacional que no es la ideal, con liderazgos, sobre todo en Estados Unidos, que no son los mejores para cooperar, negociar y trabajar en conjunto, por lo tanto, es una crisis que no se presenta en las mejores condiciones políticas posibles”, alertó.
Mala administración
La especialista de origen mexicano Rosario Sánchez, subrayó que, si bien la sequía prolongada, las altas temperaturas y el cambio climático pegan en la disponibilidad de agua del río Bravo, para el cumplimiento de los compromisos internacionales, el 80% de lo que estamos viviendo es un problema de gestión y administración del agua.
“Y no es un problema necesariamente de la administración actual, es algo que venimos arrastrando desde los años 80, por lo menos. El problema de la gestión del agua en México, es un problema ancestral que no se le ha dado prioridad, no hay inversión ni financiamiento.
La investigación en la cuenca es tan limitada, como los modelos que tenemos que usar para planear; ni siquiera el monitoreo está controlado, ni actualizado, y la aplicación del Estado de derecho, no es visible, no es real”, lamentó.
La autora del libro Breve historia lúcida de las aguas compartidas entre México y Estados Unidos: Un desahogo crónico y casual sobre nuestra relación con el agua indicó que hacia delante podríamos llegar a un acuerdo para reducir el envío del recurso del río Bravo, tal como lo hizo nuestro vecino en 2017, en el caso del río Colorado.
Señaló que de acuerdo a lo negociado en el Acta 323, las cantidades que se destinan a México por parte de Estados Unidos, dependen ahora de la disponibilidad de agua que hay en el lago Mead, es decir, los niveles de este embalse artificial conectado al río Colorado, establecen cuánto se va a entregar anualmente a nuestro país.
En promedio, los envíos a México bajaron 400 millones de metros cúbicos al año, aproximadamente 20 por ciento con respecto a los mil 850 millones de metros cúbicos estipulados en el Tratado de Aguas de 1944.
La doctora Rosario Sánchez, también directora del Foro Permanente de Aguas Binacionales, consideró que nuestro país podría solicitar de igual forma, una reducción de los envíos en el caso del río Bravo, pero con un alto costo político, de negociación, y compromiso, “porque eso implicaría seguramente la entrega de montos anuales y no quinquenales, algo a lo que México siempre le ha sacado la vuelta”.
“El compromiso que México tendría que adquirir ante una posible disminución de asignaciones, sería entregas de agua fijas anuales, pero para que México se pueda comprometer a eso, tiene que cambiar todo su sistema de gobernanza interno, entonces no sabemos que es peor, endeudarse y quedar a deber agua o arreglar todo el problema hídrico nacional”, manifestó.
Por lo visto, el gobierno mexicano entiende que no existen actualmente las condiciones para cambiar las reglas del juego, ya que en un comunicado de prensa fechado el pasado 29 de abril, destacó que, en la última reunión con su contraparte de Estados Unidos, acordó que el Tratado de Aguas de 1944 “no está sujeto a revisión”.