Hermosillo, Sonora.- Paloma Aguiar es una joven de 26 años quien, mientras el mundo estaba en cuarentena, ella junto con su esposo Jacke Eastwood decidieron irse a vivir en un velero y navegar por el mar.
Fue en junio del 2020 cuando Paloma y su esposo dejaron su hogar en Hermosillo, para irse a vivir en un velero, ella comenta que está decisión la tomó desde que inicio la pandemia en marzo.
“Empezó la pandemia, ya había terminado la escuela, no tenía trabajo y nada parecía funcionar en el mundo, así que cuando mi novio, ahora esposo me dijo que si no quería irme a vivir al bote simplemente le dije que sí.”
La pareja, junto con sus dos gatos, viven en un velero de 30 pies, es algo chico pero cuenta con todo lo necesario para vivir, tiene cocina, baño, refrigerador, sala, mesa, cama, además de servicios.
“Es algo diferente a vivir en una casa, porque por ejemplo el barco tiene un tanque de agua al que le caben 6 garrafones, por lo que tratamos de cuidar el agua, lavamos los platos con agua salada, el baño no utiliza agua, este es de composta y para bañarnos, nos bañamos en la marina o si estamos fuera de una ciudad simplemente nadamos, está agua principalmente la utilizamos para beber. Para la electricidad tenemos un panel solar, en la mañana usamos la electricidad para cargar cosas y en la noche para las luces.” Cuenta Paloma
Paloma explica que su vida en el bote no es tan sencilla como vivir en una casa común, sin embargo para ella es mejor psicológicamente, por la sensación de libertad que le causa, pues puede simplemente salir y disfrutar del mar, además de los hermosos paisajes con los que se encuentra al llegar a un lugar nuevo.
“En el barco batallas un poco más, por ejemplo si estamos en un anclaje, como hace 2 noches, el viento puede estar muy fuerte y mueve mucho el barco y nos cuesta más dormir, es como mucho más trabajo físico y careces de algunas comodidades, pero psicológicamente para mi es más fácil vivir en el barco que una casa, porque puedo salir y ponerme a nadar y snorkear, puedo ver paisajes muy bonitos y te da como una sensación de libertad muy grande.”
Por ahora se encuentran en la paz pero, comenta Paloma, que acaban de terminar una temporada de muchos viajes, hasta ahora, han cruzado el mar de Cortes, han estado en Sinaloa, Nayarit, Jalisco y estuvieron bajando hasta llegar a la frontera con Colima.
“En un carro suele ser muy fácil viajar a estos lugares, quizás llegas en 8 horas, sin embargo en un barco, si tienes suerte va como a una velocidad de 8 o 9 kilo metros por hora, más porque realmente no usamos el motor, usamos disel, pero tratamos de no utilizarlo, preferimos usar el viento, ya que tenemos velas. Aunque no siempre nos movemos mucho, el verano pasado duramos todo el tiempo en la paz, aunque está temporada que acaba de pasar nos movíamos casi todos los días o descansábamos una semana.”
En cuanto a la comida la consiguen cada que llegan a una ciudad, por lo general suelen comparar en tiendas pequeñas, ya que les toca toparese con muchos pueblos pequeños y al ser mayormente vegetarianos se abastecen de frutas y verduras.
Minimo cada semana tratan de arribar a un pueblo o ciudad; cuentan que lo más lejos que han llegado hasta ahora es un pueblo pequeño llamado Barra de Navidad, justo en la frontera de Jalisco y Colima. “Es un pueblo muy chiquito y muy bonito, con una laguna muy grande y mucho turismo de veleros.”
Paloma la joven hermosillense comenta que no planea regresar a Hermosillo, ya que disfruta mucho vivir en el velero, por ahora viven de los ahorros de ella y su esposo, pero sinceramente dice que no siente la necesidad de vivir en una casa pues está experiencia le ha abierto más el panorama sobre el mundo.
“He podido conocer muchos lugares y personas desde que vivo en el barco, yo sé que ahorita estamos en pandemia y muchas personas ahorita están deprimidas y sin saber qué hacer, pero sinceramente pienso que deberían salir más a la naturaleza, no digo que se compren un velero, pero salgan a ver lo que hay afuera, el estar cerca de la naturaleza, en el espacio abierto se diluyen tus problemas.”
Con información de Alejandra López Ramos