Hoy hace 100 años, la noche del 21 de mayo de 1920, Venustiano Carranza, coahuilense, dormía en una choza en la sierra de Puebla, cerca de Tlaxcalatongo, cuando una ráfaga de balas atravezó el lugar y le dio muerte.
Indiscutiblemente el líder de la revolución constitucionalsita, Carranza tuvo una cercana relación con los sonorenses, cuando desconoció a Victoriano Huerta por asesinar a Madero, Carranza se vio en aprietos en su estado, así que aceptó la invitación de los sonorenses para trasladarse a Sonora y vivir por un tiempo en Hermosillo, incluyó a varios sonorenses en su gabinete presidencial y la División del Noroeste fue el cuerpo armado en el que más confiaba.
A pesar de aquella trayectoria juntos, en 1920 los sonorenses y Carranza rompieron a causa de que los sonorenses querían mayor autonomía para Sonora, consideraban a Carranza un hombre muy conservador para la siguiente fase de la revolución y porque había bloqueado los deseos presidenciales de Álvaor Obregón, para asegurarle la presidencia al sucesor de su agrado, el también sonorense Ignacio Bonillas, se le rebelaron y en un intento de trasladarse a Veracruz, fue emboscado en Tlaxcalaltongo y acribillado, se cuenta que hasta sus últimas horas, Carranza jamás sucumbió ante el miedo, cansancio o desesperación.
Su muerte le abrió la puerta a los sonorenses para dirigir la política nacional, con lo que inició el periodo conocido como “Sonorismo” (1920-1936). El mismo día en que fue sepultado, en ataud humilde de madera como él había pedido, el sonorense Adolfo de la Huerta tomó la presidencia.