La relación de los jóvenes con la venta de drogas ha ido en aumento a nivel nacional; en los últimos siete años, 13 mil adolescentes fueron detenidos por este delito, de acuerdo con fiscalías estatales
Pero el año en el que se desbordaron las detenciones fue 2024, al subir 88%, pasando de mil 230 en 2023 a dos mil 310 detenidos. Y en tan sólo siete meses de este 2025, es decir, de enero a julio, ya han sido detenidos 2 mil 920 jóvenes relacionados con este delito.
Además, en algunas entidades también se han disparado los arrestos de jóvenes en relación con el periodo 2019-2024; por ejemplo, San Luis Potosí pasó de dos menores, en 2019, a 245, el año pasado, y en lo que va de 2025 registra mil 804.
En Guanajuato, en 2019 se detuvo a 22 jóvenes, y para 2024 la cifra aumentó a 475, mientras que en los primeros meses de este año van 256.
Aguascalientes registró en 2024 51 detenidos, y de enero a julio de 2025 aumentó a 54; mientras que Chiapas registró 18 menores detenidos en 2019, y 16 en 2024, pero en lo que va de 2025 documentó 32.
En el acumulado de los últimos siete años hay entidades que llegan a registros altos en arrestos de jóvenes por narcomenudeo como San Luis Potosí, que en estos años llegó a 2 mil 156 detenidos, seguida de Chihuahua, con mil 965; la Ciudad de México, con mil 931, y Coahuila con mil 682.
También están Guanajuato, con 925; Baja California, con 836; Aguascalientes, con 755, y Nuevo León, con 684 adolescentes.
Imputados, pero sin detención
En cuanto a los jóvenes que no fueron detenidos, pero resultaron imputados por este delito, las fiscalías de Baja California, Chiapas, Guanajuato, Sonora y Yucatán registran de 2019 a lo que va de este año 224 menores bajo investigación.
Un ejemplo de menores sujetos a investigación es Chiapas: en 2024 documentó 12, y de enero a julio de 2025 fueron 26, mientras que Baja California registró 10, en 2024, y 19 en lo que va de este año.
El Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad (ONC) y la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) han advertido que entre 145 mil y 250 mil niños y adolescentes están en riesgo de ser reclutados o utilizados por grupos delictivos.
Felipe Gaytán Alcalá, doctor en Ciencia Social, con especialidad en Sociología, considera que se pueden identificar tres causas: una de ellas, la vulnerabilidad económica en la que se encuentran los jóvenes.
El también investigador de la Universidad La Salle da como ejemplo el caso de Chiapas; el último registro del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) refiere que se trata de una de las entidades en los niveles más altos de pobreza en el país.

“Entonces, la primera causa es la vulnerabilidad económica; la segunda tiene que ver con las redes que ofrecen compañía, cierto poder, pertenecer a un grupo donde dicen que son selectos, que van a tener control y les hacen ver una imagen alterada de la realidad en la que ellos van a tener capacidad de decisión.
“La tercera causa está relacionada con el estatus (…) Al final de cuentas la cuestión de pertenecer a ese tipo de grupos da un ‘prestigio’ (…) una posición privilegiada en áreas marginales”, expresa el especialista a El Gran Diario de México.
Abunda que los adolescentes se mueven en zonas de clase media porque es donde venden prácticamente la droga, pero cuando regresan a su casa tienen dinero, se vuelven sujetos de observación por parte de los demás como compañeros, familiares o vecinos.
El investigador sostiene que una ventaja para el crimen organizado se relaciona con el tema de que al ser menores van a salir rápido de prisión y son reemplazables.
“Son carne de cañón de la cadena productiva y comercialización (…) Al final de cuentas para los adolescentes es muy fácil moverse en los círculos sociales, adaptarse rápidamente (…) Representa una ventaja en esa cadena productiva”, advierte Gaytán Alcalá.
Al respecto, el especialista en seguridad Otto René Cáceres Parra señala que una de las hipótesis en el aumento de adolescentes detenidos por narcomenudeo corresponde a que en ciertas entidades se ha recrudecido la violencia.
“En Chiapas hemos visto que los grupos del crimen organizado cada vez van en aumento en sus actividades, esto incluye el reclutamiento de menores (…) ¿Por qué reclutan niños? Básicamente son más proclives a ser enganchados por la delincuencia”, plantea.
“Es decir [los menores] tienen toda esta visión de la narcocultura que se ha imprimido bastante a lo largo y ancho del país (…) Los adolescentes viven en contextos de violencia, pobreza, una condición socioeconómica compleja, no siempre acuden con regularidad a cuestiones educativas, aspectos culturales, deportivos, y tienden a ser enganchados por el crimen organizado”, detalla a este diario el investigador adscrito a la Universidad Nacional Rosario Castellanos.
Dice que generalmente comienzan como vigilantes (halcones), y existe un modus operandi en este tipo de ilícitos; “muy rápidamente los grupos del crimen organizado se dieron cuenta de que a los menores los pueden convertir en narcomenudistas o sicarios”.
El especialista destaca que esto responde al vacío normativo de las leyes en términos de que a los adolescentes no se les puede juzgar como adultos, lo que entonces facilita a los delincuentes sumarlos a sus filas.
Blanca Fabiola González Moreno, sicóloga y doctora en ciencias para la familia, expresa que es un problema multifactorial que comprende engaños o promesas de lo que pueden alcanzar rápidamente, por ejemplo, dinero. “Muchas veces en este reclutamiento observamos que son conocidos dentro de las redes locales, entonces tenemos estos tipos de captación”, precisa la especialista en atención a adolescentes. Respecto a qué se requiere para evitar que este sector de la población sea captado por las células delincuenciales, la sicóloga señala que antes de abordar programas preventivos, tanto de atención primaria o de atención secundaria, se debe profundizar en las causas y determinar qué se puede hacer desde el ámbito social, sicológico, familiar o de políticas públicas.
Asevera que las principales causas son familias desestructuradas con estilos de crianza donde hay negligencia, pero un factor en común es la violencia intrafamiliar, al igual que problemas de alcoholismo o drogas. “En este contexto de familias desestructuradas (…) También se observa en las causas problemas emocionales, todo lo que genera la violencia intrafamiliar: enojo, rencor, síntomas depresivos.
“A partir de ahí se debe realizar el planteamiento de qué se puede hacer, un ejemplo a nivel comunitario, detectar dónde están estos factores de riesgo para realizar la intervención sobre todo con las familias”, puntualiza.