Muere Ozzy Osbourne, el ícono del metal que conquistó también la WWE

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El Debate 

El mundo del espectáculo ha perdido este 22 de julio de 2025 a una de sus figuras más irreverentes, intensas y fascinantes: Ozzy Osbourne, pionero del heavy metal y referente absoluto del rock mundial, falleció a los 76 años, según informó su familia.

Aunque siempre será recordado como la voz brutal y oscura de Black Sabbath, su legado trasciende la música. Osbourne fue un fenómeno cultural que atravesó generaciones, géneros y formatos. De los riffs estridentes al reality show, de los escenarios a los rings de lucha libre, Ozzy se mantuvo como un símbolo viviente de rebeldía, autenticidad y supervivencia.

De los demonios del metal al ring de WrestleMania
En 1986, el entonces inesperado crossover entre el heavy metal y la lucha libre se hizo realidad cuando Ozzy apareció en WrestleMania II, acompañando a los British Bulldogs en su lucha por el campeonato mundial de parejas de la WWF (hoy WWE). Su presencia marcó un precedente: el metal no solo tenía un espacio en los conciertos, también en el deporte espectáculo.

Ese momento no fue un capricho ni una aparición aislada. Fue el inicio de una relación duradera entre el “Príncipe de las Tinieblas” y la industria del entretenimiento deportivo. Su estilo excéntrico y su capacidad de conectar con el público encajaron a la perfección con la teatralidad de la lucha libre profesional.

Décadas más tarde, en 2021, ese vínculo fue reconocido oficialmente cuando la WWE lo incluyó en su Salón de la Fama, en la categoría de celebridades. En un video pregrabado para la ceremonia, Osbourne agradeció a los fanáticos y reflexionó con humildad sobre su recorrido: “No tienen idea de cómo me siento. Gracias desde el fondo de mi corazón”, dijo con la misma voz rasposa que marcó a millones.

Más allá del rock: ícono cultural
Para entender a Ozzy Osbourne hay que mirar más allá de su carrera musical. Fue un personaje que encarnó el caos, lo abrazó y lo convirtió en arte. Su serie de telerrealidad The Osbournes, emitida a inicios de los 2000, lo mostró como nunca antes: vulnerable, caótico, familiar. Aquella exposición mediática no erosionó su leyenda, sino que la humanizó. Pasó de ser un mito del metal a una figura pop transversal.

En los últimos años, Osbourne había enfrentado complicaciones médicas que lo alejaron de los escenarios. Aun así, siguió presente en la conversación pública, ya fuera con nueva música, apariciones digitales o palabras emotivas que mostraban a un artista en paz consigo mismo.