MINERIA EN LINEA
El papel de Sonora en la minería nacional es determinante. De acuerdo con datos difundidos por la Secretaría de Economía estatal, esta actividad representa el 25 % del Producto Interno Bruto local y concentra el 34 % de las exportaciones mineras del país. Este peso específico no es anecdótico: coloca al estado como el eje más importante del sector extractivo mexicano.
La minería ha sido históricamente uno de los pilares económicos de Sonora. Las condiciones geológicas del territorio, particularmente en regiones como Cananea, Nacozari y Caborca, han favorecido la explotación de yacimientos de oro, cobre, molibdeno, plata y otros minerales industriales. Empresas con capital nacional e internacional han establecido operaciones de gran escala en estos municipios, generando empleos directos e indirectos que dinamizan la economía local.
Las cifras actuales confirman la continuidad de esa vocación productiva, pero también evidencian un grado de consolidación superior. La contribución de un cuarto del PIB estatal alude a un sector maduro, tecnificado y con cadenas de valor extendidas en diversos municipios. Esa presencia no solo se limita a la extracción: también incluye servicios asociados, ingeniería especializada, transporte y actividades logísticas.
En el plano nacional, el 34 % de las exportaciones mineras procedentes de Sonora revelan un protagonismo que no ha pasado desapercibido en la política económica federal. La importancia del estado en los mercados internacionales de metales, especialmente en el contexto de transición energética global, refuerza su perfil estratégico. Cobre y litio —este último aún en proceso de exploración y regulación— son insumos fundamentales para las industrias de almacenamiento de energía, electromovilidad e infraestructura tecnológica.
El impacto de esta actividad sobre las finanzas públicas también merece atención. La recaudación de impuestos, derechos y regalías mineras permite a los municipios contar con ingresos adicionales que pueden ser invertidos en obra pública, educación y salud. No obstante, aún persisten retos en materia de distribución equitativa de esos recursos, así como en la fiscalización de su uso.
Desde una perspectiva laboral, la minería en Sonora ha mantenido una base sólida de empleo formal. Según el Clúster Minero de Sonora, cerca de 22 mil personas están empleadas directamente en el sector, sin contar los empleos indirectos que se estiman en una proporción superior al doble. La profesionalización técnica y la inclusión de mujeres en la industria han mostrado avances significativos en los últimos años, aunque todavía existen brechas.
La relación entre minería y medio ambiente sigue siendo una de las áreas más sensibles del debate público. Si bien las empresas más grandes han adoptado estándares internacionales de gestión ambiental, el escrutinio ciudadano ha aumentado, sobre todo en comunidades afectadas por el uso de agua o residuos mineros. En este punto, las autoridades estatales han impulsado convenios de vigilancia ambiental y mesas de diálogo, pero queda trabajo pendiente para consolidar esquemas de desarrollo sustentable.
Un aspecto que no puede ignorarse es la dimensión social. La minería ha sido, en muchos casos, el único motor económico para comunidades enteras en zonas áridas o de difícil acceso. La presencia de la industria ha permitido, en varios municipios, el desarrollo de infraestructura básica que de otro modo habría tardado décadas en llegar. Aun así, los niveles de rezago social en algunas regiones muestran que el desarrollo económico no siempre se traduce automáticamente en desarrollo humano.
En términos geopolíticos, el papel de Sonora se ha revalorizado con la creciente demanda de minerales críticos. El Gobierno Federal ha anunciado planes para crear un polo de desarrollo del litio en el estado, bajo un modelo que combine la presencia estatal con inversiones privadas. Aunque este proceso aún se encuentra en una fase inicial, refuerza la centralidad del estado dentro del futuro energético y tecnológico de México.
No debe perderse de vista que el liderazgo minero de Sonora no es resultado de la casualidad, sino de décadas de inversión, conocimiento técnico acumulado y políticas públicas orientadas al fortalecimiento del sector. La coordinación entre los actores gubernamentales, empresariales, académicos y sociales será clave para sostener ese protagonismo sin comprometer el bienestar ambiental y comunitario.
Sonora no solo destaca por el volumen de su producción minera, sino por la forma en que esta actividad incide en el desarrollo económico local y en la proyección internacional del país. La minería en el estado es una fuente clave de ingresos, empleo y competitividad. Pero su continuidad como motor económico exige una gestión responsable que combine eficiencia productiva con responsabilidad social y sostenibilidad ambiental.