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La tensión entre Israel e Irán alcanzó un nuevo punto crítico este jueves, luego de que un ataque con misiles alcanzara el hospital Soroka, en la ciudad israelí de Beerseba, dejando al menos 47 heridos y provocando severos daños en las instalaciones. En respuesta, el gobierno israelí lanzó una dura advertencia contra el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, a quien responsabiliza directamente por lo ocurrido.
“El ayatolá Jamenei pagará por sus crímenes”, sentenció el ministro de Defensa de Israel tras confirmar el impacto directo contra el hospital, que atiende principalmente a soldados heridos en el conflicto con Gaza. Esta declaración marca un fuerte incremento en el lenguaje empleado por las autoridades israelíes desde que estalló el actual conflicto hace una semana.
El Ejército israelí respondió con una nueva ola de bombardeos, esta vez dirigidos a presuntas instalaciones nucleares en territorio iraní. Las operaciones se desarrollan en medio de acusaciones contra Irán por mantener un programa secreto para el desarrollo de armas nucleares, pese a los reiterados desmentidos de Teherán.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump, firme aliado del gobierno israelí, aseguró que “no se descarta una intervención militar directa” para frenar el avance nuclear iraní. La declaración se produjo tras una nueva oleada de misiles lanzados desde Irán que activaron las alertas en diversas regiones del sur de Israel.
Organismos internacionales han manifestado preocupación por la rápida escalada del conflicto, mientras aumentan los llamados a la moderación y al diálogo por parte de países europeos y Naciones Unidas. Sin embargo, tanto Israel como Irán parecen determinados a continuar sus acciones ofensivas, alimentando el temor de una guerra abierta en Oriente Medio.
Por ahora, la población civil en ambos países enfrenta las consecuencias más inmediatas de este enfrentamiento: desplazamientos, heridas, miedo y la incertidumbre creciente sobre lo que vendrá.