Plaza de Toros y estadio Ciudad de los Deportes, abandonados por su dueño

Nacional

Tomado de La Jornada

Hoteles, acciones de grupo Carso, textiles e incluso bodegas de vino son parte de los negocios más redituables de Antonio Cosío Pando, dueño del estadio Ciudad de los Deportes, la Plaza de Toros y el Frontón México, inmuebles históricos de la capital y que han perdido su lustre al pasar las décadas, al grado de estar a punto de ser demolidos e incluso enfrentar en días recientes una suspensión por riesgo en protección civil.

Si bien tanto el estadio, que nació como un espacio destinado para el futbol americano, como el coso taurino, fueron al comienzo en la década de 1940 un proyecto de una Ciudad Deportiva, que también tendría alberca y arena de boxeo, soñada por el empresario yucateco de origen sirio-libanés Neguib Simón, esos recintos no parecieran ser prioridad en la actualidad para Antonio Cosío Pando, quien ha preferido enfocarse en el sector hotelero.

Cosío Pando heredó de su padre Antonio Cosío Ariño los inmuebles de la colonia Nochebuena, los cuales compró su abuelo, el español Moíses Cosío Gómez, a Neguib Simón cuando éste quedó en quiebra tras su anhelo de construir la Ciudad Deportiva.

Moíses Cosío Ariño, tío de Cosío Pando, heredó en la década de 1970 el Frontón México en una época marcada por una huelga que provocó el cierre del edificio entre 1987 y 1990. A su fallecimiento en 1997, Antonio asumió la administración. En el caso de la Plaza de Toros, Alberto Bailleres, uno de los hombres más ricos de México, tomó el control administrativo desde 2016 hasta 2021.

Si bien tanto el estadio como la Plaza de Toros han sido históricos en la ciudad, su deterioro quedó al descubierto tras ser suspendidos hace unos días por la alcaldía Benito Juárez por un supuesto sobrecupo cuando se realizaban actos simultáneos en estos inmuebles.

La falta de modernización les ha pesado. Ninguno tiene estacionamiento, además de que en el coso taurino no hay butacas numeradas, mientras en el recinto donde juegan América, Cruz Azul y Atlante hay espacios con un halo de abandono, como los ba-ños, que en algunos casos no sirven o tienen puertas que no abren.