Cristina Mittermeier, la bióloga mexicana que lleva adelante una batalla por el mar con imágenes que quitan el aliento

Ciencia y tecnologia

Tomado de: Telemundo

Cuando Cristina Goettsch Mittermeier estudiaba Ciencias del Mar en México, la llevaron a ver un barco de arrastre con redes pesadas, de acero, que levantaban todo a su paso: camarones, estrellas de mar, rayas, infinidad de criaturas.
“Fue la primera vez que vi algo así”, recuerda, “y venía una tortuga marina muerta”.
La joven mexicana había crecido rodeada de animales en Cuernavaca, Morelos, entre libros de aventuras submarinas de Jacques Cousteau y revistas de National Geographic, amando el mar y la naturaleza—y soñando con nadar con delfines y ballenas. En ese momento, entonces, frente a esas criaturas muertas, pensó: “No puedo ser parte de esta industria”.
Decidió hacer todo lo contrario: trabajar en conservación.
“Siempre que te encuentras a un animal muerto o en una situación desesperada, te toca el alma de una manera muy fuerte. Encontrar un tiburón que está enmarañado o que tiene un anzuelo y no se puede liberar y que sabes que se va a morir… es terrible”, remarca la especialista en una entrevista con Noticias Telemundo.
Como una joven científica, Mitty pasó mucho tiempo en los paisajes más hermosos e increíbles del planeta, y quería ayudar a protegerlos. Pero se dio cuenta que no bastaba con recolectar datos, y decidió promover la conservación mediante la fotografía, usando precisamente esas imágenes que le quitaban el aliento.
Dos décadas después, Mittermeier se ha convertido en una exitosa documentalista, reconocida como una de las 100 personas latinas más comprometidas con la acción climática.
Algunas de sus fotografías han mostrado las consecuencias de “la guerra contra la naturaleza” de los humanos, dice, como una de sus más icónicas: un oso polar blanco endeble, cabizbajo, con el pelaje demacrado, que parece morir de hambre. “Esas imágenes son fortísimas”, resalta Mittermeier, “pero las que nos dan esperanza son igualmente importantes”.
“Para mí es importante que mis imágenes nos recuerden lo que es el hermoso sueño de tener un planeta viviente con un océano viviente”, señala a Noticias Telemundo.
Con este objetivo, fundó junto a su pareja, Paul Nicklen, también biólogo marino y fotógrafo, SeaLegacy, “una agencia de comunicación y relaciones públicas para el mar y todas las criaturas marinas”, define entre risas, que da a conocer el océano, tanto su devastación como su belleza, y su importancia en la supervivencia de la humanidad.
Hay muchas maneras de apoyar este sueño, remarca Mittermeier, que van desde correr la voz hasta colaborar con organizaciones o evitar el plástico de uso único.
“Todos los latinos tenemos que estar comprometidos con las soluciones para el cambio climático, así que los invito a todos a ser parte de la solución”, señala.
Enamorarse del mar

La primera vez que la bióloga mexicana fue al mar fue en Tampico, en el Golfo de México. “Son unas playas muy extrañas porque hay mucha explotación petrolera”, recuerda. Su mamá debía quitarles el petróleo de los pies con una toalla con gasolina.
Ese día la fuerza del océano la conquistó. Su papá le decía siempre que al mar había que tenerle respeto, que nunca le diera la espalda, cuenta, pero ella no le obedeció, y fue revolcada por una ola. “Me acuerdo que salí llena de arena y tragando agua, y feliz, enamorada. Ya nunca, nunca se me quitó la pasión del mar”, dice.
Decidió dedicarse a estudiar los océanos. Su papá no estaba de acuerdo, quería una carrera más tradicional, pero su mamá fue su gran impulsora: “Ella fue la que me apoyó, me dio la fuerza, el entusiasmo para salir del pequeño huevito de sociedad donde vivía en Cuernavaca”.
En los años 80 en México, no había una licenciatura en biología marina perse, explica, y sólo tuvo como opción una carrera en Ciencias Marinas, que hacía énfasis en explotación. Nunca vio un delfín o una ballena viva en la universidad, pero sí conoció en el microscopio la maravilla que es el mar por el fitoplancton, “que aunque es tan humilde y microscópico, es el ecosistema que mantiene al planeta vivo”.
Se especializó después en fotografía en Estados Unidos, donde en 2005 fundó la Liga Internacional de Fotógrafos de Conservación. Años después, creó SeeLegacy junto a su pareja. “El trabajo más importante que hemos hecho es resaltar el papel que el océano juega en la moderación del clima del planeta porque no sólo modera las temperaturas y absorbe el exceso de temperatura sino también absorbe un cuarto de todo el dióxido de carbono”, señala.
Mittermeier dice sentirse increíblemente afortunada y privilegiada de pasar tanto tiempo en la naturaleza, rodeada de criaturas marinas. Le suelen preguntar, cuenta, que si no le da miedo nadar con tiburones. “¡La respuesta es NO! Me da más miedo cuando entro al mar y no veo ningún tiburón”, dice a Noticias Telemundo.
El miedo de la humanidad a estos depredadores antiguos ha sido en realidad alimentado por titulares sensacionalistas, información errónea y películas de palomitas de maíz, ha explicado la fotógrafa, y “como resultado, se mata a muchos tiburones sin tener en cuenta el sufrimiento del animal o los efectos en sus delicados ecosistemas”.
La belleza que se nos escapa

Las imágenes pueden ser inolvidables, movilizar, generar acción, dice Mittermeier. El material revelado por fotógrafos en zonas de conflicto, ejemplifica, como el trabajo de Robert Capa, han sido una herramienta para que “la gente no se olvide de los horrores de la guerra…para que estén presentes en la mente de la gente que vota, de la gente que está en casa”. Una imagen que le surge de inmediato es la del del fotógrafo Nick Ut de una niña huyendo tras un ataque con napalm, que cambió la Guerra de Vietnam. “Esas son imágenes que no se olvidan nunca”, remarca.
“La guerra contra la biodiversidad, que es el asalto contra las especies que estamos llevando a cabo, requiere de un acercamiento muy similar”, dice la fotógrafa mexicana. Las imágenes pueden acercar con crudeza a lo que está ocurriendo.
En contrapartida, también pueden mostrar “la belleza del mar”, que se nos escapa. “Siempre me ha parecido que el mar se nos olvida mucho. Es como un ecosistema al que no pertenecemos porque somos terrestres, somos criaturas terrestres”, dice. Su objetivo es hacer imágenes que cuenten una historia, y también puedan “crear acciones” del público.
Con su trabajo, Mitty nos traslada a playas remotas del planeta, zambulléndonos en la profundidad del océano. Nos lleva a la Antártida para ver ballenas que se atiborran de enjambres de krill, focas patrullando los témpanos de hielo y diferentes especies de pingüinos protegiendo a sus preciosos polluelos. “Cada vistazo al corazón salvaje de la Antártida trae nuevas vistas y preciosos recuerdos, recordándome todo lo que está en juego si no logramos proteger sus frágiles ecosistemas”, dice.
Y luego nos lleva a las Islas Galápagos, en el Océano Pacífico, donde pasó varias tardes haciendo buceo con Paul Nicklen, para mostrarnos decenas de cangrejos carmesí sobre una roca volcánica, como escabulléndose dentro y fuera de las olas. Aquí también advertirá que las islas, que alguna vez fueron un paraíso para la vida silvestre, pronto se unirán a un cementerio global de playas de plástico y bahías obstruidas. Algo tan simple como evitar plásticos de un solo uso e intentar siempre reciclar puede hacer la diferencia, dice.
Un poco después, la bióloga mexicana nos muestra una criatura marina con un velo transparente, nadando majestuosamente despertando nuestra curiosidad. “¿Quién aquí puede adivinar qué es esta maravillosa y extraña criaturita? Pista: no es del espacio exterior (lo prometo), pero se puede encontrar a lo largo de la costa oeste desde Alaska hasta Baja California”, dice en una publicación en Instagram. Esta pequeña bailarina mística es conocida como el nudibranquio encapuchado o Melibe leonina, que significa “parecido a un león”.
El video fue capturado por Paul Nicklen, cuenta, con quien lleva a cabo desde hace décadas esta batalla por el mar. “Trabajar hombro con hombro con mi pareja tanto en la vida como debajo de la superficie es una de mis mayores alegrías”, confiesa.
Hablar muy claro y fuerte

“Hay un gran sentimiento de miedo, de ansiedad y de angustia por lo que está sucediendo en nuestro planeta”, reconoce la fotógrafa mexicana, “y la única emoción que es más fuerte que el miedo es la esperanza”. ¿Y cuál es la mejor manera de sentirse esperanzado? “Tomar acción”, remata.
Ayudar al planeta no sólo se convirtió en la vida de la bióloga y su pareja, Paul Nicklen, sino de la familia entera: los tres hijos de ellos, John, Michael y Julianna (de 37, 31 y 26 años) trabajan en conservación e investigación. “Son todos muy comprometidos con la naturaleza”, dice sonriente la bióloga, “me hacen una mamá muy orgullosa”.
Pero no es necesario ser científico o fotógrafo para hacer algo al respecto, aclara. El primer paso puede ser “hablar claro y fuerte acerca de nuestro compromiso con el ambiente”. “Cada uno de nosotros, desde nuestros centros de influencia, ya sea nuestro, nuestra familia, nuestro trabajo, tenemos una función”, explica.
También se puede apoyar a las organizaciones e instituciones que hacen el trabajo de campo con contribuciones. Las Naciones Unidas considera que el mar requiere una inversión de 170 billones de dólares al año de todos los sectores para ser más sostenible. SeeLegacy realizan campañas recaudación de fondos para crear áreas marinas protegidas y nuevas industrias azules, entre otras acciones.
El valor del plato de camarones
Mittermeier también sugiere prestar atención a desde lo que comemos hasta lo que compramos. “Cada vez vemos más ballenas muertas porque han ingerido plástico, y esto es algo de lo que todos podemos hacer parte de la solución: empieza con no comprar productos de plástico que no sean necesarios porque terminan en el mar”, señala.
La fotógrafa aboga por un cambio profundo “en la minería de peces”: el modo en que se obtiene la proteína del mar. “Lo que comemos es súper importante, como el mito que existe de que los peces no tienen sentimiento y no sienten dolor”, afirma y recuerda el barco de arrastre que vio cuando estudiaba Ciencias del Mar.
“La gente que come camarón es importante que sepa que para pescarlos se arrastran unas redes pesadas que destruyen todo a su paso”, asegura. Por cada kilo de camarón, cuenta, vio que había diez kilos de otras criaturas marinas muertas.
“Me pareció horrible que como consumidores, nosotros no sabemos el real costo de comernos un plato de camarones”.
Un mar de esperanza

Mittermeier cierra con un mensaje de esperanza, contando que en marzo la ONU alcanzó un  acuerdo histórico para proteger el 30% de los océanos del mundo para 2030. Y hubo otras acciones aquí y allá: esa misma semana Panamá puso bajo protección más de la mitad de su territorio marítimo y Canadá anunció una moratoria sobre la explotación minera de los fondos marinos.
El cambio en Panamá fue movilizado por las comunidades de las costas de Guna Yala Guna, quienes tienen una larga historia de protección de sus bosques costeros, ha contado la bióloga mexicana en A Sea of Hopes, una docu-serie de su organización.
También son una comunidad conocida por valorar la igualdad de las mujeres, “colocando a las mujeres al frente y en el centro de la lucha para salvaguardar sus aguas y tierras”.
“Entonces, hay muchas buenas noticias y uno se siente bien cuando las cosas están mejorando”, dice la bióloga a Noticias Telemundo con una amplia sonrisa.

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