A partir de los años setenta, el conocimiento de los fondos oceánicos y otros descubrimientos en Ciencias de la Tierra contribuyeron al nacimiento de una nueva teoría general que permite explicar todos los fenómenos geológicos: la Tectónica de Placas. En la última cápsula, vimos que la capa superficial de la Tierra, la litósfera, está dividida en 15 placas que se mueven unas con respecto a otras. Existen tres movimientos principales relativos entre las placas: acercamiento o convergencia, alejamiento o separación y desplazamiento lateral.
En el caso de la convergencia entre dos placas existen dos tipos principales de fenómenos, la subducción, cuando una placa se hunde bajo de la placa adyacente o la colisión, cuando dos placas se entrechocan, lo cual genera la formación de un cinturón montañoso como las Himalayas o los Alpes. En el caso de la separación entre dos placas, por ejemplo en el océano Atlántico, se genera una nueva litósfera a partir de magma que proviene del manto astenosférico. Recordarán que es la capa que está directamente debajo de la litósfera entre 100 y 600 km de profundidad. Esta generación de nueva litósfera es el proceso que permite compensar la superficie de litósfera que regresa al manto en las zonas de subducción. La corteza de esta nueva litósfera es la corteza oceánica, más densa que la corteza continental, lo cual explica porque la litosfera oceánica es más abajo que la litosfera continental.
El último movimiento relativo es el movimiento lateral, es decir que no hay ni convergencia, ni divergencia, sino un desplazamiento paralelo al límite entre las dos placas. Es el caso del límite entre la placa Pacífico y la placa Norte América, a lo largo del sistema de la falla San Andrés.
En una próxima cápsula, analizaremos la relación entre los movimientos de las placas y la generación de sismos.